En el marco del aniversario número 183 de la Universidad de Chile, el académico del Departamento de Ciencias de la Computación (DCC), profesor Eduardo Graells-Garrido, fue distinguido como Mejor Docente de Pregrado 2025, reconocimiento que destaca a quienes han demostrado excelencia en la enseñanza, compromiso con sus estudiantes y una vocación que trasciende las aulas.
La ceremonia —realizada en la Sala Lorenzo Sazié de la Facultad de Medicina— reunió a académicas y académicos de diversas unidades de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM). En la ocasión fueron reconocidos también Kimie Suzuki (Ingeniería de Minas), Sofía Correa (Ingeniería Industrial), Cristian Salgado (Ingeniería Química, Biotecnología y Materiales) y Daniel Remenik (Ingeniería Matemática).
El reconocimiento tomó por sorpresa al profesor Graells-Garrido, quien señaló sentirse honrado “por el hecho de que valoren mi trabajo, pero también por saber que hay gente observando. Es una buena señal que el DCC esté pendiente de observar y escuchar”. Añadió que esta distinción valida una convicción que ha construido en sus tres años en el departamento: “La docencia ha sido mi prioridad porque creo que es la mejor manera de fortalecer mi relación con el DCC y aportar. Profesionalmente, lo tomo como una señal de que tomé una buena decisión; en lo personal, es una gran alegría, porque la educación es parte de mi identidad familiar”.
Un enfoque en constante revisión
Aunque reconoce que no tiene un “estilo de enseñanza fijo”, el profesor describe un enfoque flexible y siempre en revisión. Cada semestre evalúa los resultados del curso, escucha a sus estudiantes y ajusta sus métodos. “Ha sido difícil porque cada semestre me encuentro ante perfiles distintos cuyas expectativas y experiencias no son extrapolables desde quienes ya tuvieron los cursos conmigo. Y en lo práctico, trato de tener material útil. Hay harto código en mis cursos; bien feo, por cierto, pero cumple: demuestra la materia y es código for real que utilizo en proyectos, no sólo de investigación. Eso no se ve muy seguido, probablemente porque pocas personas en la academia han pasado por la industria”, comenta, recordando su trayectoria previa en Santiago (en una pyme y en una telco), Barcelona (en centros de investigación) y San Francisco (en una startup).
Más allá de lo técnico, destaca una motivación profunda en el desempeño de su labor docente: la experiencia con sus profesores guías durante el doctorado, Ricardo Baeza-Yates y Mounia Lalmas, quienes lo acompañaron desde una perspectiva humana. “Me trataron de una manera que desconocía en la relación estudiante-profesor. Cuando decidí dedicarme a la academia, supe que quería lograr que mis estudiantes también se sintieran así: vistos, escuchados, valorados”.
Para el académico, este reconocimiento “es una señal en pleno recorrido, no la llegada a una meta. Todavía hay mucho por delante y no debo dormirme en los laureles ni asumir que lo hecho es suficiente. Ahora la Universidad me respalda, lo que conlleva la responsabilidad de mantener ese respaldo, de ser digno de él y de cumplir con las expectativas de quienes tomen cursos conmigo de ahora en adelante”.
Un mensaje para las y los estudiantes
Al finalizar, el académico deja un consejo simple pero directo a los y las estudiantes: “Primero, que no speedrunneen las tareas. Segundo, vayan a clases.”
Subraya que, aunque hoy existe abundante contenido disponible en línea, nada reemplaza la experiencia de aprender junto a docentes que también han transitado dudas, errores, aciertos y desafíos personales. “Somos personas al servicio de su educación y, como tales, el contenido de la clase es mucho más que la materia que pueden encontrar en la red o autoenseñarse. Aprovechen eso, porque más adelante no se encontrarán en un entorno así, y menos en uno tan abierto y diverso como el DCC”.
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Comunicaciones DCC